Fue una visita express de 10 horas pero en la cual nos dio tiempo de recorrer la ciudad y conocer muchos de sus rincones emblemáticos.
Lo mas famoso de Cuenca son sus Casas Colgantes, y eso lo que quería ver, sin embargo quede sorprendido con la cantidad de cosas curiosas por ver. Los paisajes de la zona son maravillosos y las colecciones de arte en los museos son muy interesantes, ademas de entretenidas.
Al llegar a la ciudad nos dirigimos a un punto de información turística para que nos indicaran como llegar a la parte alta de la Ciudad para ver las casas colgantes. Decidimos hacer el recorrido a pie y durante el resto de nuestra estancia nos dedicamos a caminar por los callejones, visitar los museos, detenernos en los miradores, y en alguna que otra tienda.
El gran problema fue encontrar un lugar donde comer con las tres B (bueno, bonito y barato), ya que cuando decidimos parar un momento para recargar energías todos los restaurantes estaban llenos y teníamos que esperar casi dos horas para poder conseguir una mesa. Por lo que decidimos peregrinar montaña arriba y montaña abajo en busca de un restaurante hasta que encontramos uno, y la verdad es que fue un buen acierto, el lugar era agradable, la comida muy buena y el servicio genial. Pedimos el menú del día, puchero, solomillo, tarta de chocolate de postre y nos regalaron un chupito de resolí, licor de origen árabe tradicional de la zona.
Después de zamparnos el menú, y con el calorcito que había en el restaurante, nos costo emprender de nuevo el recorrido, pero valió la pena disfrutar del atardecer en los callejones de la ciudad.
Me ha encantado Cuenca y seguramente volveré, por que aun me quedaron muchas cosas por ver.
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